Resumen de las
vías
Primera Vía
Esta vía habla del movimiento que es observable por
los sentidos. En la primera vía, Santo Tomas es influido por Aristóteles y
Averroes. En primer lugar, para demostrar la existencia de Dios, Sto Tomás
parte de un fenómeno natural observable: hay movimiento en el mundo. Define el
movimiento como el paso de potencia al acto. Todo lo que se mueve es movido por
otro, este es el principio de causalidad, que niega el automovimiento. Por
ejemplo, un tren compuesto por distintos vagones en movimiento, los vagones son
movidos por una locomotora, éste sería el primer motor y el resto de vagones
serían los motores intermedios. No podríamos remontarnos al infinito en esta
serie de vagones sin llegar nunca a la locomotora. Es decir, lo que se mueve
tiene que estar en potencia respecto de aquello hacia lo que se mueve y, por lo
tanto, no puede moverse a sí mismo.
El proceso por el que una cosa mueve a otra no se puede prolongar
indefinidamente puesto que
en tal caso no se llegaría al primero que mueve y no habría motor alguno ni
movimiento, pues los motores intermedios no mueven más que porque son movidos
por otro. El primer motor que no es movido por nadie, y que causa el movimiento
de los otros, es Dios.
Segunda
vía
Se encuentra influenciada por Aristóteles. Trata de la demostración de la
existencia de Dios, a partir de la
existencia de causas eficientes. En el mundo hay un orden de causas eficientes,
pero nada es causa de si mismo, porque seria anterior a si mismo. Es decir, no
podemos afirmar, que seamos la causa de
nuestra propia existencia; es obligatorio que haya una causa externa por la
cual existimos. Por ejemplo: Una niña está en el mundo debido al parto de su
madre, a su vez la causa de la existencia de la madre es la abuela y así
sucesivamente. Si se quita la
causa, desaparece el efecto, por lo que si en el orden de las causas eficientes
no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia; si
llevásemos hasta el infinito la serie de las causas, no existiría la primera
causa eficiente, ni habría efecto último, ni causa intermedia.
Por lo tanto, no podemos remontarnos
al infinito, porque esto no tendría ningún sentido, así que necesitamos aceptar
la existencia de una primera causa, fuente de todas las demás, no causada por
nada y esta causa es DIOS.
Tercera vía
En
esta vía, el autor es influenciado por Avicena, Aristóteles y Maimónides. Es
llamada vía de la contingencia. La contingencia es el
modo de ser de lo que no es necesario ni imposible, sino que puede ser o no ser el caso. Y esta vía parte de que en la naturaleza, hay seres
contingentes, es decir, que pueden ser de otra manera, pueden existir o no
existir. Cualquiera de nosotros existe hoy pero podría no existir mañana, o
simplemente no haber existido nunca. Cualquier ser es contingente. Cualquier
ser que existe, no empieza a existir más que por algo que ya existe. Por tanto
si hubo un tiempo en el que nada existió, es imposible que empezara a existir
algo. La
experiencia nos muestra que las cosas pueden
existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas.
Por lo tanto tenemos que aceptar la existencia de un ser que no sea
contingente, es decir que sea necesario y esto significa que ha existido
siempre, que es eterno y que su existencia no depende de ningún otro ser. Este
ser necesario a partir del cual existen todos los demás seres es DIOS.
Cuarta vía
Ésta es la vía de los grados de
perfección, está influenciada por Platón
y Plotino. Es un hecho de existencia innegable (perceptible por los sentidos),
que hay unos seres más perfectos que otros, todos no son iguales. El ser que
reúne todas las perfecciones en grado sumo es el máximo ser, que a su vez
es causa de la existencia del resto de
los seres. Por ejemplo, el máximo frío es la causa de todos los fríos. Si no
existiese el ser perfecto no sería posible que nosotros pudiésemos alcanzar
algún grado de perfección, porque no
habría referente con el que compararnos. Esto es, lo máximo es la causa de la
existencia de lo mínimo; lo bueno es
causa de la bondad de los seres buenos, así como de la existencia de
éstos. En conclusión este ser, responsable de la bondad, la perfección y la
nobleza de los seres es DIOS.
Quinta
vía
En esta vía Santo Tomás es influenciado por Aristóteles,
Platón y Anaxágoras. Se basa en el orden
que rige en las cosas y los seres pertenecientes a
nuestro mundo. Para poder entender esta concepción de la realidad y su
funcionamiento debemos partir de un hecho de existencia, el cual es, que todos
los seres naturales, incluso los que carecen de conocimiento, obran para
alcanzar un fin.
Todos luchan para conseguir un objetivo, y para llegar a
su consecución, se debe seguir un proceso de manera ordenada que responda a un
plan, no al azar.
Por ello podemos decir que para poder alcanzar sus objetivos
y fines, como estos seres, han de llevar
a cabo un proceso ordenado para alcanzar
un fin de forma intencionada. La existencia de esta cadena no puede ser
posible, porque no explicaría nada, y
como el azar no puede ser causa del
orden del universo, debe existir necesariamente un ser eterno, inmutable, e
imperecedero a partir del cual, se ordenan todas las cosas naturales y sus
movimientos para alcanzar diversos fines. Este ser lo llamamos Dios.
1ª Objeción
La
primera de las objeciones se apoya en la existencia del mal. En el mundo hay
mal y eso está comprobado por los sentidos. Suponiendo que Dios representa el
bien absoluto, el mal quedaría anulado. Observamos que esto no ocurre así. En
el mundo hay mal, y eso nos lleva a pensar que Dios no existe.
Respuesta a la primera objeción
Siguiendo a San Agustín, afirma que Dios nunca permitiría
que existiese ningún mal, a no ser que de este mal sacara un bien. Esto forma
parte de la gran bondad de Dios que permite el mal, porque considera que de él
se puede sacar un bien mayor.
2ª Objeción
Todos los fenómenos y actos, encuentran su razón de ser o
causa en una serie de principios, sin tener que recurrir a Dios como causa
suprema; lo que es natural encuentra sus principios en la naturaleza, y todo lo
que conlleva una intención, tiene su
causa en la razón y voluntad del ser humano. Por tanto, no necesitamos recurrir
a la existencia de Dios para encontrar nuestra razón de ser y de los fenómenos
que nos rodean.
Respuesta la
segunda objeción
Santo Tomás responde alegando que las leyes de la naturaleza
no pueden explicar por si mismas todos los fenómenos naturales, ya que estos
actúan por un fin, y necesitan una primera causa que los dirija, una
inteligencia ordenadora. Por eso, se necesita la existencia de una figura que
dirija y ordene nuestra realidad, Dios.
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