miércoles, 24 de abril de 2013

Aristóteles: Temas y Contextualización


3. TEMAS.
3.1 VIRTUDES MORALES E INTELECTUALES.
 Aristóteles está convencido de que el fin natural del hombre es la felicidad y de que ésta radica en el ejercicio de la virtud. En general, la virtud de cualquier cosa, su excelencia propia, consiste en su capacidad para desarrollar la función que le es propia. Se distingue así de otros estados del alma como la pasión (pathos) que se padece o la facultad (dinamis) que se puede poner al servicio del bien o del mal. Entre las virtudes morales destacan: la justicia que puede ser general (observancia de la ley) o particular y en este último caso tenemos la justicia distributiva que se ocupa del reparto de los bienes en proporción a los méritos, la justicia rectificadora que trata de reparar un daño causado y la justicia conmutativa o de intercambio que preside las relaciones comerciales y reposa sobre la moneda; la templanza o moderación, justo medio entre la insensibilidad y la intemperencia o desenfreno respecto a los placeres corporales; la valentía, término medio entre la cobardía (exceso de miedo) y la temeridad (ausencia de miedo); la mansedumbre, término medio entre el exceso de cólera y la apatía; la generosidad, término medio respecto al regalar entre la prodigalidad y la tacañería; la veracidad o franqueza, término medio entre la jactancia y depreciación de sí mismo; la reserva o vergüenza, término medio entre la desvergüenza y la timidez. Ninguna virtud moral es posible sin una virtud que es a la vez intelectual y moral: la prudencia.
En cambio, cuando la disposición a lo razonable lo es respecto del conocimiento con miras a la producción de algo, la realización del bien o el descubrimiento de la verdad, tenemos otro tipo de virtud que es la intelectual. Las distintas virtudes intelectuales se distinguen por su objeto y por su método:
Ciencia (episteme): el método es la demostración (silogismo inductivo y deductivo) cuyos resultados son conclusiones de validez universal; el objeto es lo necesario, ingénito e imperecedero: relaciones cuantitativas (continuas o discretas), principios del movimiento, los astros y Dios.
Intelección (nous): el método es una cierta aclaración que no llega a ser demostración; el objeto es lo necesario, ingénito e imperecedero que en este caso se identifica con los primeros principios generales de toda ciencia tales como el de no contradicción o identidad y los que son específicos de cada ciencia; por ejemplo, en matemáticas, dos cantidades iguales a una tercera, son iguales entre sí.
Sabiduría (Sophía): Es el resultado de la unión de intelección y ciencia.
Prudencia (Phrónesis): El método es la deliberación (silogismo práctico) cuyo resultado son decisiones de validez particular referidas a fines y medios; el objeto de que se ocupa es lo contingente entendido como acción (praxis) que es en sí misma su propio fin (las acciones virtuosas). Esta virtud además de intelectual también es moral.
Arte (Tekhné): El método es la deliberación; su objeto es lo contingente, pero entendido como acción productiva (poiesis) que no es en sí misma su propio fin (la construcción de algo útil y bello por ejemplo).
 En un orden jerárquico podemos decir que el arte se supedita a la prudencia y ésta a la sabiduría.

3.2. VIRTUD Y FELICIDAD.
 El objeto de la ética es definir el bien supremo, el fin último de la actividad del hombre: hay necesariamente un objeto absoluto de la voluntad que perseguimos por él mismo y por encima de todo, respecto del cual todos los demás fines no son más que medios; ese bien supremo es además un bien perfecto, es decir, acabado (teleion), que se basta a sí mismo, que es capaz de satisfacernos por sí solo.  Para liberarse de estas concepciones subjetivistas sin recurrir a la idea de un Bien universal y abstracto que no sería el bien de ningún sujeto, trató Aristóteles de investigar cuál es el bien propio del hombre. Por una parte tenemos la virtud moral que es una disposición del carácter, término medio respecto a ciertas acciones y pasiones cuyo exceso o defecto son males o vicios (justicia, templanza o moderación, valentía, etc.); y, por otra parte, tenemos la virtud intelectual que es una disposición del entendimiento al descubrimiento de la verdad (ciencia, intelección, sabiduría, arte y prudencia).
Ahora bien, así como en los bienes exteriores la posesión no es nada sin el uso, sin el goce de ellos, así también la virtud no sería de ningún valor para quien no pudiese ejercerla.
¿Qué relación guarda la virtud con el placer en el que muchos han hecho radicar la felicidad? El placer no puede identificarse con el bien, pues hay placeres vinculados con conductas censurables y hay fines que merece la pena buscar aunque no proporcionen placer, pero esto no significa que el placer se oponga absolutamente al bien. En efecto, toda actividad (de los sentidos o del pensamiento) cuando se ejerce en condiciones favorables, cuando la disposición está bien dispuesta y encuentra el objeto más digno de ponerla en acción, se ejerce acompañada de placer. Como Aristóteles ha reconocido que la actividad propia del hombre es la actividad del alma razonable, el placer más conforme con el ser humano y que le hará plenamente feliz consistirá en el ejercicio de la virtud. Para asegurarse de que la verdadera felicidad del hombre reside en la práctica de la virtud, basta invocar el testimonio del hombre virtuoso.
Si la felicidad reside en el ejercicio de la virtud y la virtud más perfecta que nos asemeja a la vida divina es el ejercicio de la sabiduría, entonces en esta virtud radicará la felicidad más perfecta, en una actividad contemplativa. Sin necesidad de ayudas exteriores; además su finalidad únicamente está en sí misma, en el goce supremo que ella produce a quien la ejerce; por último, si el hombre bueno encuentra su dicha en el ejercicio de la virtud práctica, moral, esa dicha, sin embargo, es menos independiente que la del sabio dedicado a la contemplación. En primer lugar, si la virtud moral encuentra en sí misma su premio, no se ejerce sin embargo sin aplicarse a algún fin exterior a sí misma: el justo encuentra su gozo en la práctica de la justicia, dedicándose a una causa justa que le es preciso encontrar.
Pero la felicidad además de la virtud exige una serie de bienes exteriores como la salud, bienes de fortuna, satisfacciones familiares, amigos, etc. La suerte cuando nos es adversa hace fracasar la felicidad aunque no sea más que porque entorpece nuestras actividades, pero, por otra parte, incluso en esas circunstancias el hombre virtuoso sacará provecho, actuará según sus posibilidades de ser razonable y por ello, aún en el infortunio, no será desdichado.
Por último, para que la felicidad sea perfecta, no basta, nos dice Aristóteles, que la virtud se ejerza ocasionalmente, sino que es necesario que su actividad llene la vida entera: una golondrina no hace verano. La felicidad no es perfecta sino a condición de que sea constante.

 4. CONTEXTUALIZACIÓN.
 4.1. EL TEXTO EN LA OBRA.
El texto que estamos estudiando pertenece a la obra "Ética a Nicómaco" que trata de exponer en qué consiste la buena vida tal y como la llevarían los mejores hombres en un Estado bueno. Hay tres tipos de vida: 1) la que se basa en el placer; 2) la que se basa en el honor, la virtud (vida política); 3) la que se basa en la comprensión filosófica.
 La vida en verdad buena y feliz reúne las tres, pero sobre todo la comprensión filosófica por ser lo más excelente que el hombre puede alcanzar. En efecto, la felicidad o el máximo bien a que el hombre puede aspirar es la razón que alcanza su perfección con la sabiduría. La vida del sabio es, en efecto, la más parecida a la de los dioses, pues se ocupa de realidades que ni nacen ni mueren.
 La estructura del libro es la siguiente:
 En el libro I se ocupa del concepto de felicidad que hace radicar en la virtud; en el libro II define la virtud moral como término medio respecto de un exceso y un defecto (en la pasión o en la acción); en el libro III establece la diferencia entre las acciones voluntarias y las involuntarias y analiza dos virtudes morales: la valentía y la moderación; en el libro IV se ocupa de otras virtudes morales: la generosidad, la magnificencia, la magnanimidad, la afabilidad, la amabilidad, la sinceridad, la agudeza y el pudor; el libro V lo dedica íntegramente a reflexionar sobre la justicia como virtud; en el libro VI aclara lo que son las virtudes intelectuales; en el libro VII se ocupa de la continencia que es un tipo de moderación y del placer; en los libros VIII y IX reflexiona sobre la amistad; en el libro X considera de nuevo el placer y la superioridad de la vida contemplativa, es decir, de la dedicada a la ciencia, sobre cualquier otro género de vida.
El texto pertenece al libro VI de la obra, donde Aristóteles se ocupa de las virtudes intelectuales.

Contexto filosófico: Influencias
 La teoría ética de Aristóteles se puede considerar como una respuesta crítica a otras tres teorías, a saber: la de los sofistas, la de Sócrates y la de Platón.
 1) Crítica a los sofistas.
 Los sofistas (entre los que cabe destacar a Protágoras y a Gorgias) en el siglo V sostuvieron una teoría relativista en moral que se sustenta en dos ideas:
 a) No se puede hablar de lo bueno absolutamente, es decir, con independencia del individuo y de las circunstancias en que este se encuentra. Lo que es bueno para A puede ser malo para B y lo que es bueno para A en determinadas circunstancias, puede ser malo en otras.
 b) No hay nada bueno ni malo en sí mismo, sino que es el pensamiento el que lo hace tal.
 Para Aristóteles aunque el bien se dice de múltiples maneras como el ser, hay sin duda el bien que es propio de la condición humana y que consiste en la perfección de su razón. El bien, por tanto, no es relativo a la persona o al contexto, sino que podríamos hablar de una noción de bien universalizable, aquella que nace del sentido común.
 2) Crítica a Sócrates.
 Sócrates se opuso al relativismo moral de los sofistas y sostuvo una teoría que se conoce como intelectualismo moral que se distingue por afirmar:
 a) la virtud es conocimiento, es decir, conocer la virtud (el Bien) es lo mismo que ser virtuoso.
 b) No es posible conocer la virtud y ser malvado, es decir, siempre que se obra mal, se obra así por ignorancia; nadie es malo por propia voluntad.
 Según Aristóteles, Sócrates no tiene en cuenta la debilidad de la voluntad, la falta de autocontrol, la incontinencia, el efecto del apetito o la pasión. Es posible ver lo mejor (conocer el Bien), y seguir lo peor porque existe la incontinencia, la falta de autocontrol que Sócrates no admitía, pero Aristóteles sí.
 3) Crítica a Platón.
 Platón afirma la existencia de dos mundos: uno de las Ideas (Inteligible) y otro de las Apariencias (Sensible). Sólo el primero es verdaderamente real y está presidido por la idea de Bien. En tanto el mundo sensible es una mera copia de aquel.
Aristóteles, rechazó de Platón, la teoría del dualismo, ya que según él no puedes separar radicalmente las Ideas de los  objetos, si previamente se ha dicho que el origen de los objetos son las propias ideas, por lo que están intrínsecamente ligados.
Para Aristóteles en cambio lo único real es la sustancia sensible (compuesta de materia y forma) y el fin del ser humano es alcanzar el máximo bien (felicidad) en cuanto realizable en este mundo en que vivimos y no más allá de éste, en el Inteligible.
 Su influencia ha sido amplísima y se dejó sentir sobre todo en la cultura medieval, tanto en la árabe (Averroes) como en la latina (Sto. Tomás de Aquino); Aristóteles: fue el filósofo que mas influyo en la forma de pensar de Santo Tomas, estos son los conceptos más importantes que tomo de él, pero matizados por su concepción cristiana de la realidad:
 Ontología: Toma los conceptos de forma/materia, acto/potencia, sustancia/accidentes, conceptos a los que Santo Tomás añade la oposición metafísica esencia/existencia y Dios (frente al Motor Inmóvil de aquél) como fundamento último de la realidad.
 Teología natural: Adopta sus teorías principalmente en la primera, segunda y quinta Vía, pero también en la concepción de Dios como motor inmóvil, acto puro y forma inmaterial.
Filosofía de la naturaleza: Coge de Aristóteles su descripción del mundo físico (las explicaciones finalistas del mundo natural, o la división del mundo en mundo sublunar y mundo supralunar).
 Teoría del conocimiento: Igual que aquél, da primacía a la experiencia en la fundamentación del conocimiento, aunque éste no se limita a lo dado a los sentidos: podemos conocer las realidades trascendentes (Dios y el alma).
 Antropología: concepción biologista del alma, división tripartita del alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva, aunque Santo Tomás defiende con más claridad la inmortalidad del alma espiritual individual.
Ética: el concepto y la clasificación aristotélica de la virtud, pero Sto._Tomas añade las virtudes sobrenaturales.
    Política: emplea las ideas de Aristóteles sobre la ley natural, y las completa con la referencia a la ley eterna (ajena al pensamiento aristotélico).
4.4. EL PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES EN SU CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL.
 El siglo V es el siglo de gran esplendor de la ciudad-estado griega de Atenas. Esplendor político con la democracia ateniense para los hombres libres. Sin embargo, en el orden social sigue estandoe da la esclavitud.
Aristóteles de Estagira fue considerado como el “maestro de los que saben” o el “filósofo” hasta bien entrado el Renacimiento. Su vida transcurre en una época en la que se está derrumbando el ámbito socio-económico en el que se desarrolló la civilización griega, fundamentada en la polis.
La filosofía se va a resentir fuertemente de esta crisis global y va a centrarse en la especulación ética sobre todo a partir de Aristóteles. La ética se va a ocupar, de manera casi exclusiva, de la salvación del individuo, al margen de una sociedad con la que el filósofo ya no se identifica y para la que no busca ninguna solución, pues no la considera ni siquiera posible.
El siglo IV está marcado por un gran desarrollo  cultural, a nivel  artístico, histórico y científico.

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